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jueves, 14 de julio de 2011

Sexo y/o Amor II




Estaba pensando -otra vez- en el sexo y en el amor.


Mientras el sexo es físico, el amor es espiritual. El sexo es deseo que necesita de otros. El amor se complace a sí mismo cuando se entrega. El sexo satisface temporalmente, el amor no conoce el tiempo. El sexo requiere un espacio, el amor envuelve todo. El sexo crea necesidad que satisfacer, el amor satisface toda necesidad. El sexo es energía física que divierte, pero también puede ser utilizada como objeto de venta o transacción manipuladora: puede llegar a esclavizar; el amor libera.

El sexo es una encarnación física del amor espiritual. El sexo crea cadenas de las que el amor no entiende. De nuevo  la dualidad. De nuevo los contrarios.

El sexo y el amor comparten la misma esencia, solo difieren en su grado opuesto en la escala. Una vez más, el péndulo debe volver al justo centro. El ego desea, el espíritu Ama. No son incompatibles porque el amor es libre y no fuerza a nada; tampoco al sexo. El sexo tampoco fuerza al amor, no puede exigir amor porque ambos son distintos en grado; tan así es que sucede que con la primera sensación de amor el sexo nos parece lejano. Ambos pueden coincidir en un punto del espacio-tiempo, pueden proyectarse en otra persona, pero no son lo mismo…ese es el error.  

El error es no tener la libertad de elegir en que lado de la escala nos situamos en cada momento. El error es pensar que uno y otro estan invariablemente unidos. El error es fundirlos y confundirlos – interesadamente- como si lo uno fuese igual a lo otro. El error es esclavizar con el sexo lo que es puramente amor. El error es forzar a amar lo que es puramente diversión y pasión terrena. Ambos son necesarios, cada uno en su plano, y cuando se les fuerza a ir unidos se produce represión e insatisfacción. 


Nadie puede obligar a otro respecto a su cuerpo físico; nadie nos puede obligar a caminar con las piernas atadas a una cadena; como nadie  puede exigirnos  amar a nadie. En esa fusión de amor y sexo es cuando empezamos a sentirnos esclavos. Este es el recurso de muchas religiones:  la “moral de esclavos” que diría Nietzsche.  

Una vez más debemos elegir: a quiénes amamos y a quienes hacemos el amor. Cuando esto coincide, que no necesariamente, nos embarga una sensación de Plenitud.  

2 comentarios:

  1. Me encanta la certera descripción de ambas.
    Y si, es cierto, la una subsiste sin la otra pero cuando ambas convergen la sensación de plenitud es inigualable
    Enhorabuena por el post

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    Respuestas
    1. Hola Rosa Azul. Me alegro que compartas mi opinión al respecto. Pero sobre todo, que la entiendas. Supongo que esta sensación de Plenitud es lo que todos anhelamos la mayoría de la veces, y pareciese que sin la fusión de ambos, esta Plenitud es dificil de alcanzar; aunque perfectamente posible...Merece la pena. Le deseo a la Rosa Azul que, en algún momento, alcance esta Plenitud,y bueno, de paso me lo deseo yo también. Gracias por tu generoso comentario.

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