Estaba pensando -de nuevo- en el péndulo.
De cómo los opuestos comparten una misma esencia. La violencia, la avaricia, lo sexual...son condiciones opuestas a lo pacífico, la generosidad y la castidad. El error de pensamiento es intentar contrarrestarlas asumiendo la condición de la escala opuesta; en vez de aceptarse.
Si nuestra condición es de ser una persona violenta, tenderemos a reprimir esta cualidad convirtiendonos en pacifistas. Los pacifistas y los violentos comparten la misma esencia. El violento convertido en pacifista sigue siendo violento, lo único que cambió fué su ira en no-violencia: se autojustificó posicionandose en el lado opuesto de la escala. Pero su ira sigue siendo ira, ahora disfrazada de pacifismo. Esa energía existe en su interior, tan solo la disfraza y enmascara. El violento jurará que no volverá a manifestar su ira. Su ego traslada al inexistente futuro la promesa de ser bueno; de esta forma conserva su auto-imagen.
El Ego es muy ladino.
El avaricioso aumentará generosamente, con las limosnas y el diezmo, su codicia de bienes y mejores recompensas -ahora inmateriales- para la otra vida, dado que es consciente de que no se podrá llevar todas sus pertenencias en esta vida; y esto además, se lo prometen las religiones las cuales sacan tajada de ello: estas venden recompensas valiosas a futuro.
El sexual transforma su deseo en castidad, esa energía queda descompensada, no encuentra salida salvo en los sueños o fingiendo; con mala suerte degenera en violencia que compense tanta represión.
Somos Uno, no podemos dividirnos, debemos aceptarnos en nuestra totalidad. No podemos aceptar solo los aspectos de nuestra personalidad que mejoran nuestra propia imágen. Aceptar y observar nuestro lado oscuro es el primer paso para reventar a nuestro inmenso Ego. Es el primer paso para poder evolucionar; lo contrario es el estancamiento. Es tan solo el primer paso hacia la felicidad.
Observate y aceptate en la Unidad, sin divisiones. Te comprenderás y avanzarás: La transmutación.