Estaba pensando en el comportamiento de grupo.
Parece que nos va la vida en ello. Renunciamos a nosotros mismo para asimilarnos al grupo al que queremos pertenecer; imitamos sus gustos, inquietudes y símbolos de estatus. No discutimos sus normas porque necesitamos su aprobación con la que autoafirmarnos: adiós a los efectos beneficiosos de la vergüenza y el ridículo.
Pero esa seguridad bovina de pertenencia al grupo no hace sino prostituirnos. Cuando no nos arriesgamos a ser transgresores, -reivindicando nuestra propia individualidad- ya no somos fieles a nuestro Ser; hemos entrado en una relación de sumisión y dependencia con el único fin de evitar la soledad. Anulamos nuestra personalidad y autoestima. Andando el tiempo reaparece la sensación de soledad; cambiamos de grupo para volver a sentirnos adulados.
Reivindico mi individualidad, mi ridículo y mi vergüenza. Porque solo un loco transgresor es capaz de Amar verdaderamente; al Amor nunca lo encuentras en lo convencional y lo reglado; nunca siente vergüenza.
Cuando transgredes el comportamiento del grupo, tú llamas su atención porque en tu valentía ven que la vida en el rebaño puede llegar a ser mortecina. Tendrás que sufrir las consecuencias de tu rebeldía, pero a cambio el placer de tu libertad de elección será un justo precio. El Amor está cerca y ellos dirán: !Qué ridiculo el Amor! ¡Comportamientos de adolescentes!
Tú sonreirás porque estás vivo.
Tú sonreirás porque estás vivo.
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