Si te dicen que caí…
Los humanos, alguna vez –quizas hace cientos de miles de
años; o más- debimos ser maravillosos seres llenos de luz, conocimiento,
entendimiento y mucho amor. Con el tiempo, y por causas que se me escapan,
debimos perderlo u olvidarlo: los ángeles caídos.
Al desconectarnos de ese tiempo donde eramos
seres divinos, perdimos la sabiduría, el entendimiento y el amor: nos deformamos. Creo que de ese intento de volver al origen provienen toda nuestra
frustración. Sufrimos y el sufrimiento no es otra cosa que la frustración de
haber perdido nuestros dones, y no recordarlo. Ahora, estamos en el camino de regreso a ese
tiempo; empezamos a recordar. Empezamos a despertar.
Todo lo que ansiamos es un edulcorante de nuestra verdadera
naturaleza originaria, ansiamos el conocimiento, la libertad y el amor.
Cuando
perdimos el conocimiento olvidamos nuestra verdadera naturaleza y nos tornamos en seres sin autoestima.
Cuando perdimos la libertad nos convertimos en
sobrevivientes…a cualquier precio.
Cuando perdimos el amor nos volvimos
ambiciosos en cualquiera de sus innumerables manifestaciones.
Por todo esto intuyo que en realidad, nosotros somos los
verdaderos dioses, porque de lo contrario no alcanzo a comprender ni la existencia ni la omnipotencia de un dios. Si ese dios infinitamente bueno ha dejado caer al Angel es porque no ha tenido conocimiento de ello. Ese desconocimiento vuelve, a dios, en un ser imperfecto.
Los verdaderos dioses estamos empezando a despertar y a regresar, somos todos los seres humanos de este planeta...con buena voluntad.