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sábado, 10 de septiembre de 2011

El Deseo



Estaba pensando en el deseo, en el anhelo.

El deseo crea insatisfacción, tanto consiguiendo lo anhelado como no consiguiendolo. 
Cuando se consigue lo deseado, la mente crea otro deseo mayor que nos envuelve en una espiral de insatisfacción contínua. Cuando no se consigue lo anhelado, lo olvidamos y sustituimos el objeto de deseo por otro objeto similar. Estamos condenados a repetir siempre los mismos errores. 

El deseo es el que crea nuestro futuro, nos impone nuestras metas, crea nuestras relaciones.
Nuestra mente -gracias al deseo- nos obliga a pensar, planear, soñar y proyectar. La mente crea nuestro futuro utilizando como motor de acción el deseo. 

Al desear creamos ansiedad situando el objeto de deseo en el futuro, lo que hace olvidarnos de disfrutar y vivir intensamente el aquí y ahora. La vida se nos pasa mientras planificamos. 
Desear crea frustración cuando el objeto anhelado no se corresponde a nuestras expectativas. Cuando mayor sea la esperanza, cuando mayor sea el deseo, mayor será la frustración. Por esto a veces, la actitud de desear es mejor que el propio logro de lo deseado: al menos existe ilusión. 

Cuando no deseamos todo permanece inmóvil, el movimiento cesa y no hay prisa por llegar a ninguna parte. No estamos serios. No existe esperanza y por tanto tampoco frustración. No esperamos nada y todo, por nimio que pueda parecer, nos parece extraordinario. No hay fracaso porque no hay objetivo. No hay éxito que nos obligue a un éxito mayor. No hay nada porque el futuro, de repente, ha cesado. La mente ha cesado y hemos dejado de planificar, soñar y proyectar. 

Que tu único anhelo sea no desear, en ese momento te encontrarás -feliz- disfrutando del presente. Aquí y Ahora. 
Tu estado será de sosiego y te inundará una agradable sensación de paz.


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