Somos esclavos de nuestras posesiones.
Nos venden que la felicidad radica en posesión de "cosas" y nosotros creemos a estos cárteles de desalmados que nos esclavizan con "obsolescencia programada" y ventas -compulsivas- a crédito. En una espiral autoprogramada -y consentida por muchos- de consumo desenfrenado situamos ahora nuestra felicidad; lejos de nuestra conciencia; inalcanzable. Padecemos ansiedad porque nunca podremos poseer todo lo que nos invitan a consumir. Nos han montado un buen circo y a nosotros nos interesa creerlo. Por aquí anda el juego: eres lo que tienes.
Pero realmente solo se posee aquello que podemos entregar generosamente.
Aquello a lo que nos aferramos con denuedo, termina por poseernos a nosotros. Nuestras verdaderas posesiones son aquellas cosas que nunca nos podrán arrebatar; esto es, lo que nos llevaremos al otro lado.
Me robarán mi dinero, podré perder mi casa, me apartarán del trabajo, incluso mis hijos marcharan algún día...pero jamás podrán arrebatar de mi interior el amor, la risa, lo aprendido y mi libertad. Ahí si que podremos encontrar algún día breves instantes de verdadera Felicidad.
Gracias por la aportación.
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