Ahora, aquí.
Ayer es irrecuperable, ya no somos los mismos de ayer. Los errores de ayer se quedaron congelados, solo sus enseñanzas nos sirven para hoy. Cuando nos empecinamos en descongelarlos vuelven a nosotros para hacernos victimas, revivimos pertinazmente un pasado que nos duele, sin dar oportunidad a nuevas realidades.
Mañana es una entelequia, el mañana no es. Solo una proyección de nuestros deseos e ideales que -normalmente- no se cumplen unos y fenecen otros, porque la realidad es tozuda y los acontecimientos serán distintos; cambian en un segundo. Como un segundo se necesita para pasar de la vida a la muerte.
Mientras ayer y mañana transcurren inutilmente en nuestras vidas, nos olvidamos de vivir el presente que es donde únicamente radica nuestro poder de actuar; donde podemos crear nuestros breves espacios de felicidad: donde realmente se vive.
Ayer y mañana no ayudan; son frustantes. Mientras, la vida se nos escapa como el agua entre los dedos. No aprendemos. No evolucionamos.
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